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DNG con pérdida: Todo lo que necesitas saber sobre este formato y su comparativa con JPG



INTRODUCCIÓN: ¿QUÉ ES EL DNG CON PÉRDIDA?

¿Eres de los que termina cada boda con tarjetas de memoria a punto de estallar? Pues hoy vamos a hablar de un viejo conocido que quizás nunca miraste con el cariño que merece: el DNG con pérdida. Sí, ese formato que Adobe presentó allá por 2012, pero que sigue siendo un as bajo la manga para fotógrafos que disparan mucho y cargan aún más.

La historia va así: Adobe, en su eterna cruzada por estandarizar los formatos RAW, se sacó de la manga una versión comprimida del DNG. ¿La gracia? Te ofrece un archivo mucho más ligero que un RAW tradicional, pero sin convertirlo en un simple y limitado JPEG. Es como si quisieran que tuvieses lo mejor de dos mundos: calidad suficiente para editar sin llorar, y un tamaño que no te obliga a hipotecar tu disco duro.

¿Y por qué deberías importarte ahora? Porque en la era del contenido infinito, donde documentas desde el primer llanto del sobrino hasta el vals con fuegos artificiales, cada giga cuenta. Y aquí es donde el DNG con pérdida entra como ese amigo que no brilla pero siempre te salva la noche.

Este formato, aunque no es tan famoso como su versión sin pérdida, mantiene la estructura RAW, permitiendo ajustes en Lightroom o Camera Raw casi como si nada. Ojo: sí hay compresión, y sí, puede perder algo de información… pero si haces fotos bien expuestas y con buena técnica, lo más probable es que ni lo notes.



PROFUNDIDAD DE BITS: ¿QUÉ SUCEDE REALMENTE CON LA INFORMACIÓN?

Aquí es donde el DNG con pérdida se pone interesante. Para que los archivos pesen menos, Adobe tuvo que recortar un poco la cantidad de información que guarda cada foto. Los archivos RAW normales capturan entre 12 y 14 bits por canal, lo que se traduce en miles y miles de tonos de luz y sombra (de 4.096 a 16.384 niveles, para ser exactos). Pero el DNG con pérdida lo deja en unos 8 bits por canal, o sea, 256 niveles. ¿Parece poco? Sí. ¿Es suficiente? Depende de para qué lo uses.
Ahora, ¿cómo hace Adobe para que este recorte no destroce tus fotos? Pues con una mezcla de trucos bastante ingeniosa:

  1. Primero, convierten la imagen a un formato “lineal”, es decir, sin esas curvas de luz que se aplican al final del proceso. Van directo con los datos que salen del sensor.

  2. Después, le meten una compresión JPEG, pero ojo: lo hacen sobre esa imagen lineal, no sobre una imagen procesada como haría tu cámara al generar un JPEG normal.

  3. Y para que no se vean saltos bruscos entre tonos (lo que se llama “posterización”), le añaden un poquito de ruido digital, casi imperceptible, que ayuda a suavizar esas transiciones.


El precio de este proceso es que pierdes algo de detalle en las zonas con cambios muy suaves de luz, lo que se conoce como gradación tonal. Pero lo bueno es que, a diferencia de un JPEG clásico, la imagen sigue estando en un formato pensado para editar. No tiene una curva de contraste ni un espacio de color cerrado, así que aún puedes trabajarla con bastante libertad.



LA NUEVA GENERACIÓN: JPEG-XL

Desde finales de 2023, con la llegada de Lightroom Classic 13, Adobe metió una mejora que puede pasar desapercibida… pero que es un bombazo para quienes viven entre RAWs y ediciones: cambió el códec JPEG de toda la vida por JPEG-XL en la compresión de sus DNG derivados. ¿Y eso qué significa? Que ahora, cuando haces cosas como aplicar el Denoise AI o trabajar con imágenes HDR, Lightroom guarda los resultados con un formato mucho más avanzado.


¿Y qué tiene de especial este JPEG-XL? Pues varias joyitas:

  • Comprime mejor, así que los archivos pesan menos sin perder tanta calidad.

  • Soporta hasta 32 bits por canal. Sí, 32. Una brutalidad comparado con los 8 bits del JPEG normal.

  • Se lleva bien con espacios de color amplios, lo cual es clave si trabajas con colores vivos y transiciones suaves.

  • Y protege mejor esas gradaciones de luz que tanto mimamos en postproducción.


Ahora, aquí viene lo jugoso: aunque Adobe no ha dicho oficialmente si los nuevos DNG con pérdida ya usan este JPEG-XL para superar el tope de 8 bits por canal, técnicamente el formato sí lo permite. O sea, podríamos estar viendo una evolución seria en calidad, sin que los archivos se vuelvan gigantes.

Esto no es solo un cambio técnico; es una pista de hacia dónde va el futuro de los archivos editables: más ligeros, más flexibles y cada vez menos sacrificios entre calidad y espacio.


¿Cuánto espacio podrías liberar si tus archivos RAW dejaran de comer tanto disco duro? Spoiler: bastante. Y aquí es donde entra el DNG con pérdida, ese formato que se comporta como un RAW en edición, pero con la dieta de un JPEG. Vamos a comparar tamaños con casos reales que dejan muy claro lo que te puedes ahorrar (y sin sacrificar tanto como crees). Mira estos ejemplos:


• Canon 5D Mark II:

  • RAW: 24,9 MB

  • DNG con pérdida: 8,47 MB (¡solo un 34% del original!)

  • JPEG Alta calidad: 6,14 MB


• Fuji X:

  • RAW: 33 MB

  • DNG con pérdida: 4 MB (12% del original)

  • JPEG Alta calidad: parecido al DNG


• Canon EOS R6 Mark II:

  • RAW: 26 MB

  • DNG con pérdida: entre 8 y 12 MB (30% a 46%)

  • JPEG Alta calidad: 8 MB


En resumen: el DNG con pérdida reduce entre un 65% y un 88% el tamaño de los archivos RAW. Se queda cerquita del JPEG, pero con una gran diferencia: no destruye tu margen de maniobra a la hora de editar.

¿Y esto en la vida real qué implica? El fotógrafo John Caz compartió un caso muy revelador: convirtió 30.000 RAW de Fuji (unos 960 GB) a DNG con pérdida y acabó con solo 110 GB. Sí, casi un 90% menos. Eso equivale a almacenar 10 veces más fotos sin comprar otro disco. ¿Te imaginas? Si tienes 1.000 RAWs que ocupan todo tu disco, con DNG con pérdida podrías meter unas 2.000 más. Fuente: Photoshopeando.

Ahora hablemos de lo que realmente importa: ¿qué pierdes al comprimir tanto? Y, más interesante aún: ¿qué NO pierdes?


  1. Flexibilidad de edición

    El DNG con pérdida todavía te permite cambiar el balance de blancos, recuperar sombras y altas luces, usar los perfiles de color de tu cámara y trabajar en el espacio de color nativo del sensor. Todo lo que el JPEG ya ha cocinado y no puedes deshacer.

  2. Detalle y gradaciones

    En pruebas prácticas, como subexponer una imagen y luego levantarla 1 punto de exposición, el DNG con pérdida aguanta el tipo casi como un RAW completo. En cambio, el JPEG empieza a crujir con posterización y pérdida de detalles en cuanto lo tocas.

  3. Artefactos bajo control

    A simple vista, las imágenes en DNG con pérdida y RAW se ven igualitas. Solo si haces zoom al 400% puedes notar pequeños artefactos JPEG en las texturas más finas. Adobe aplica un tipo de ruido digital muy sutil (dithering) para suavizar esas transiciones y evitar que se vean feos saltos de tonos. El JPEG, sin embargo, es más propenso a mostrar compresión agresiva si lo editas con ganas.

  4. Ajustes editables integrados

    Como buen formato RAW, el DNG con pérdida guarda tus ediciones dentro del archivo, igual que el original. Así puedes hacer copias de seguridad editables, sin depender de tu catálogo de Lightroom. Perfecto para archivar sin miedo a perder ajustes.

  5. Visualmente idéntico al RAW (a simple vista)

    En revisiones a tamaño normal, es prácticamente imposible distinguir un DNG con pérdida de su versión RAW. Solo si te pones a destripar píxeles o haces ajustes muy extremos empiezas a ver las diferencias.


Así que si estás en plena temporada de bodas, con discos llenos, entregas encima y sin tiempo para andar comprando más almacenamiento… el DNG con pérdida no es solo una opción, es un salvavidas.

¿Quieres empezar a usar el DNG con pérdida y no sabes por dónde arrancar? No te preocupes, que aquí va una guía directa al grano para integrarlo en tu flujo de trabajo sin dramas, con todo lo que necesitas saber para sacarle jugo y no meter la pata.


¿Cómo convertir a DNG con pérdida desde Lightroom?

Sencillito. Sigue estos pasos en Lightroom Classic:


  1. Selecciona las fotos que quieres convertir

  2. Ve al menú “Biblioteca” y dale a “Convertir foto(s) a DNG” (También Exportar)

  3. Marca la casilla “Compresión con pérdida”

  4. Ajusta el tamaño de la vista previa si quieres

  5. Haz clic en “OK” y listo, tus RAW se vuelven DNG con dieta y todos tus ajustes


¿Cuándo usarlo?

El DNG con pérdida es ideal para esos momentos en los que necesitas equilibrio entre calidad y espacio. Aquí algunos ejemplos:


  • Proyectos terminados: Ya entregaste la boda, pero no quieres borrar los archivos. Perfecto para archivarlos sin que te reviente el disco.

  • Eventos y reportajes: Cuando te vienes con 3.000 fotos en la tarjeta y necesitas algo manejable.

  • Copias de seguridad secundarias: Por si tu copia principal se va al limbo.

  • Envío a clientes o equipos: Más ligero, más rápido, menos drama.

  • Edición en laptops/tablets: Porque no todos tienen un NAS en la mochila.


Como bien dijo Photoshopeando: “Puedes usarlo en casi todo… salvo en esos trabajos top donde cada matiz es oro puro”.


¿Y cuándo NO usarlo?

  • Fotografía comercial de alto nivel (publicidad, moda editorial…)

  • Imágenes con mucho rango dinámico (HDR, contraluces extremos)

  • Cuando sabes que vas a levantar sombras hasta el cielo o recuperar luces quemadas

  • Impresiones grandes donde el detalle fino importa


Comparativa rápida entre formatos

Profundidad y color:

  • RAW: 12-14 bits | Color lineal

  • DNG con pérdida: ~8 bits efectivos | Color lineal

  • JPEG: 8 bits | sRGB o Adobe RGB


Tamaño y edición:

  • RAW: 100% peso | Procesado pesado

  • DNG con pérdida: 10-35% | Procesado medio

  • JPEG: 20-30% | Procesado ligero


Flexibilidad:

  • RAW: Máxima libertad para editar

  • DNG con pérdida: Casi toda la libertad, con algo menos de margen

  • JPEG: Muy limitado, todo ya “cocinado”


Y a nivel práctico…

  • RAW y DNG con pérdida guardan tus ajustes de Lightroom dentro del archivo

  • DNG con pérdida mantiene independencia del catálogo y compatibilidad total

  • JPEG no guarda ajustes, ni metadatos completos, ni nada editable


¿Vale la pena entonces?

Para el 90% de situaciones profesionales y creativas, sí. El DNG con pérdida es como ese RAW en versión compacta: conserva la mayoría de ventajas, pesa como un JPEG y te deja trabajar sin limitaciones serias.

Y con la nueva compresión JPEG-XL integrada en Lightroom Classic 13, Adobe acaba de empujar este formato aún más lejos. La cosa pinta bien para los que buscan calidad sin llenar terabytes.